El primer día de vacaciones
La joven Dafne es inquieta. Gusta de madrugar para poder vivir miles de aventuras. En una ocasión… No recuerdo bien el día… Sí, era un jueves, el primer día de sus vacaciones de verano… Era 19 de junio. Se despertó y después de desperezarse a gusto, saltó de la cama y abrió las ventanas de su cuarto. Lucía un sol estupendo.
Dafne sonrió ampliamente, ¡Cuántas posibilidades plantea el día!
Fue al armario y se puso esa ropa que guardaba para un día especial pues hoy entendió que “cualquier día es un día extraordinario”. Sabía que algo grande iba a pasar. Como siguiendo un instinto, sin pensárselo dos veces y con el corazón lleno de ilusión, decidió irse al bosque, quería sentirse rodeada de la Naturaleza.
Al llegar vio un árbol, era un árbol diferente, ¡Era mágico!, por allí pasaba todos los días y nunca lo había visto antes. ¿Habría nacido esa misma noche? Se preguntó.
Se acercó sintiendo cada paso que daba, escuchando sus pisadas sobre la tierra, el crujir de la hojarasca bajos sus pies, mientras apreciaba como el árbol desprendía una energía muy especial.
Escuchó el susurro del viento, o eso creyó ella, hasta que sintió como una hoja acariciaba su mejilla haciéndola mirar hacia arriba y sonreír.
Un ave fénix brotó de la copa del mágico y desconocido árbol. ¿Era aquel ser majestuoso real o seguía soñando? se preguntó Dafne sin sentir el menor atisbo de miedo.
Para aumentar su sorpresa Dafne escuchó como el árbol le hablaba con voz familiar y la invitaba a sentarse bajo su sombra «¿Ves este maravilloso pájaro?» dijo el sauce milenario, «Observa lo que está a punto de suceder, aprenderás algo que te será útil el resto de tu vida».
El ave fénix comenzó a emitir un sonido celestial, Dafne comenzó a sentir como una energía en forma de espiral nacía a la altura de su chakra raíz, y ascendía por su cuerpo, cual rayito de luz, en un movimiento ascendente de energía de colores.
Entonces empezó a danzar y a bailar dando vueltas.
Cada vez se sentía más alegre y contenta hasta que llegó a un punto en el cayó agotada, fue entonces cuando el árbol la arropo.
El fénix seguía con su música y ella poco a poco volvía sentir como esa esa luz corría por su cuerpo y sus pies comenzaron a enraizarse, de los dedos de sus manos comenzaron a brotar hojas, sus labios se convertían en rosados pétalos que contenían el más dulce de los néctares, por sus venas sintió como la savia la recorría. TIC…TIC… una gota recorrió la copa de su coronilla deslizándose por el tronco de su pecho hasta llegar a la tierra y, en ese instante sagrado, trascendió más allá de un cuerpo. Sintió esa conexión que nos hace perder el miedo a los límites y se fundió con el infinito.
Así es como comprendió cómo ama una madre. En ese dichoso momento fue Una con la madre naturaleza. Sintió el mayor amor que un ser puede recibir y dar.
Dafne despertó en casa de la abuela quien la suele acostar contando alguna historia… ¡Ha sido un sueño! Pensó.
Se asomó a la ventana y vio un árbol que ayer no estaba plantado en el jardín y bajo su sombra, la abuela estaba leyendo un cuento…
Dafne suspiró y corrió hacia la abuela gritando ¡Abuelita, abuelita! He soñado que en mi mundo los abuelos sois Ángeles en el camino de la vida.
Cuando salió por la puerta de casa, Dafne sólo pudo apreciar el abrumador sonido de una gran y gris ciudad… Abuela ¿Dónde está ese mágico árbol?, Abuela ¿Abuela?
En su interior percibió la voz de su abuelita decir “En tu corazón, Dafne, sigue el sonido de tus latidos. Deja que los pasos de tu intuición te guíen. Allí nos encontrarás”.
Cuento co-escrito por
Jacqui Steinfeld, Ana Belén Agüero, Elvira Botella Torres, Anais Pérez, Pac Bel, Salma Dela, Sara González Vargas, Ana Tere Palmam Nari Carmen Escudero y yo.
GRACIAS GRACIAS GRACIAS