Pequeño ensayo sobre fotografía

Cuando yo estudié fotografía en el Centro de Estudios del Vídeo, CEV, lo primero que me dijeron es que en la historia de la fotografía, cuando se inventó la caja oscura, los pintores renegaron de esa infernal máquina, muchos de ellos se pasaron a utilizar la cámara para hacer montajes maravillosos, pintar negativos, hacer obras de arte usando como herramienta la cámara de fotos.

En mi estancia en NYC donde estudié fotografía en la escuela de Cornell Cappa, el International Center of Photography, ICP,  donde dan clases grandes profesionales de la fotografía de cada especialidad, allí aprendí a revelar negativos de otra forma que había aprendido en España, también aprendí otra forma de ver, sentir, de vivir y transmitir.

Lo que recuerdo del CEV es que un profesor me dijo que al principio de la fotografía pictoralista, los pintores consideraban a los fotógrafos “fracasados en las Bellas Artes” y ya que no sabían pintar usaban una herramienta para hacer un arte malo. En NYC conocí a un pintor hiperrealista que usaba como plantillas para sus dibujos diapositivas, así creaba, y era realmente cotizado.

Con el tiempo se masifica el uso de la máquina, herramienta, cámara digital, en vez de  laboratorios contaminantes, los fotógrafos usan programas digitales y ordenadores. Las herramientas cambian pero el fin es el mismo. Difundir, crear, transmitir.

En Madrid me junté con grandes compañeros del curso de fotografía, recuerdo que llegaban los viernes y teníamos miedo de preguntarnos qué íbamos a hacer porque la respuesta era que acabábamos en los carnavales de Cádiz, en las Fallas de Valencia o en cualquier otro lugar, dispuestos a ver, sentir, vivir y transmitir sentimientos y emociones. Siempre con la mente abierta, mirando, respetando y amando.

En NYC acababa mis clases y me iba, cabizbajo, con mis miedos a casa. El último día de clase de retratos, un compañero descubrió que era “español de España” no de México, curiosamente tengo doble nacionalidad, mexicana española. Lo que aprendí ese día fue que, en España, en ese momento, no nos importaba el origen del ser, nos importaba lo a gusto que podíamos hacernos sentir en pandilla. Mi compañero de clase me confesó que de haberlo sabido antes podíamos haber sido amigos pues le gustaba mucho mi fotografía. Aprendí una gran lección con ese compi, en ese momento no daba tiempo de hacernos amigos, tampoco estoy seguro que querer haber sido amigo suyo, aunque hoy sé que hubiese estado bien intentar, a través de nuestra amistad, hacerle cambiar de opinión, pero eso es un tema para debatir en otro post.

Me gusta ser respetuoso con todo el mundo, con todas las técnicas y si yo soy bueno en algo lo soy porque “yo lo valgo” no por despreciar a los que no piensan como yo, a los que no trabajan con mis herramientas. Prefiero sentir que todo puede unir, a sentir que nos separa una duda. Ni si quiera nos tendría que separar mi origen o nacionalidad pero ese fue su problema no el mío. Yo Respeto.

Respeto a la raza, respeto a lo que transmites, respeto a los demás también.

Respeto a la elección del uso de tus herramientas, hay móviles que hacen unas fotos increíbles y unas cámaras de negativos cuyo interés radica en las malas fotos que hacen, eso les da un toque antiguo.

Vamos a evolucionar con los tiempos, que la vida nos haga recordar que el respeto se consigue respetando.

Somos buenos con la imagen, que no nos pierda la palabra.

A seguir trabajando, cada uno como buenamente pueda. Hay tarta de la abundancia para todos, respetemos y compartamos.

Vivamos con la mirada fotográfica, focaliza tu atención en lo positivo, métete en tu cueva o cuarto oscuro del alma y pasa lo negativo a positivo. Verás la vida con otra óptica.

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