504 páginas de experiencias, de vivencias, de casos reales de un cura de los que hablan de la teología de la liberación y además la llevan a la práctica.
Francisco Javier Sánchez González es de esos curas de los que se ha de hablar, es de esas personas a las que se ha de escuchar porque su propia vida es un ejemplo para muchos y además lo que cuenta son estímulos positivos, motivos para volver a tener fe en el ser humano, si es que se ha perdido esa fe, o incrementarla, si todavía la mantienes.
Y ya que hablamos de fe en el ser humano, ¿qué pasa si hablamos de Dios? ¿Es un tabú? Si te hace bien creer en que Dios existe, perfecto, si te hace ser mejor persona creer que no, adelante. Cada ser es libre de creer lo que quiera.
No recuerdo bien dónde escuché lo siguiente: Preguntan a un gran maestro espiritual de la India si creía en Dios. Todos quedaron asombrados cuando respondió un No rotundo. El maestro continúo diciendo: “No creo, estoy seguro de que existe”.
Leyendo «Bienaventuranzas desde la cárcel» tienes la certeza de que hay algo tan grande más allá de nuestro intelecto que no podemos concebir, que se te eriza la piel, brotan lágrimas en los ojos y silencias tu mente con un suspiro.
Cuando haces voluntariado en la cárcel, o cuando tienes la posibilidad de hablar con ex-presidiarios, te das cuenta de que todos tienen, tenemos, una historia detrás y que debemos de dejar los prejuicios a un lado para poder mirar a los ojos a aquellos a los que tenemos en frente, y en algunos casos admirar la vida más allá de los hechos que les han llevado a estar, o haber estado, entre rejas.
Todos tenemos una historia que contar y si queremos aprender, hemos de escuchar, de leer en este caso, todo lo que Francisco Javier nos cuenta en sus Bienaventuranzas desde la cárcel.
Durante la presentación del libro a la que pudimos asistir, uno de los ex-convictos con los que Francisco Javier tuvo contacto en la cárcel de Navalcarnero nos dijo que lo que hizo que su vida cambiara es que nuestro querido cura creyó en él.
Ese es el Dios que me gusta ver, el que confía, el que demuestra que se puede cambiar, el que llora cuando ve que las cosas se ponen difíciles pero sigue confiando en el ser humano. Y si lo hace Dios, ¿Por qué no lo vamos a hacer nosotros? Al fin y al cabo Dios nos hizo a su imagen y semejanza al igual que nosotros creamos a nuestros dioses a nuestra imagen y semejanza. Yo soy amor, Dios es amor y eso es lo que me motiva a hacer, a ser y a vivir.
Por eso observo el ejemplo de nuestro querido Francisco Javier y quiero difundirlo.
Gracias por ser el ejemplo que ahora necesitamos.
Bienaventuranzas desde la cárcel de Francisco Javier Sánchez González