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Editorial de septiembre en Susurros de luz

Buscando noticias positivas

Cuando uno pone el foco de atención en compartir las muchas historias hermosas que a diario pasan en el mundo, se da cuenta del esfuerzo que algunos están haciendo para compartir tragedias a diario. Me imagino que los guionistas que escriben las noticias sobre el tiempo se están quedando sin ideas porque este último verano solo nos han asustado con olas de calor, que por cierto en Madrid solo ha habido cuatro reconocidas en todo el verano. Para mí es una buena noticia porque cuando mi hija María era pequeña y tenía que ir a buscarla a las 5 de la tarde en mayo o a las 14:00 en junio, el calor era insoportable. Entonces, hablo de 2010, año antes año después, solo había una ola de calor muy larga, que duraba desde mayo hasta mediados de agosto. Entonces llegaban las tormentas de verano. Y en septiembre, el veranillo del membrillo o de San Miguel.

¡Cuánto ha cambiado el periodismo! No hace mucho se daba un titular, subtitular y la noticia se extendía en varios párrafos según la importancia que tuviese. Hoy en día, el encabezado no es un titular sino una pregunta ¿Quieres saber qué pasó en tal evento? Pues claro que quiero, sino no leería el diario. Continúan con un texto sin sentido, repitiendo una y otra vez palabras sin relación ni contexto. Con un poco de suerte terminas de leer el artículo, y si lo terminas pudiendo atisbar una respuesta a la pregunta inicial, considérate una persona afortunada.

 

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Editorial septiembre de 2024

Dos nuevos vídeos para Susurros de luz

Recientemente he realizado dos vídeos para Susurros de luz por los 4 años que llevamos dando desayunos en la puerta de la Casa de Baños de Embajadores en Madrid, uno es la versión de cinco minutos y medio y el otro dura tres. Desde agosto de 2020 vamos una vez a la semana a repartir kits de aseo, tickets de ducha, desayunos, libros, ropa interior, calcetines o camisetas.  Pero lo más importante, les escuchamos.

 

Reflexiones de la vida que comparto en Susurros de luz

Esto que hoy comparto lo escribí hace tres años, pasó mientras intentaba hacer una gestión administrativa para la asociación Susurros de luz. Quería pedir que declarasen a la asociación de Utilidad Pública, para poder presentar todos los documentos debía obtener el Certificado digital. Para un analógico como yo, cualquier trámite en línea se convierte, más en ese momento de mi vida, en un suplicio.

Ayer, después del berrinche por volver a fallar en el segundo intento, me sentía un inútil: la situación me desborda_ pensé. Estaba hablando por teléfono con mi hija, contándole mis sentimientos.

Eran cerca de las 21:20 cuando escucho un ruido de agua cayendo.  Pensé que era en el patio, voy hacía la ventana del baño que da al patio, donde tenía ropa tendida, y me encuentro que por la lámpara del baño, la fuente de luz, cae agua a chorros y todo el suelo está empapado. La fuente de luz es ahora una fuente de agua, no, es un manantial.

«María, te llamo ahora» y colgué el teléfono.

Subo a ver a la vecina, una señora de 82 años que no sabe dónde está la llave de paso que pueda parar el caudal. Desam., que se encontraba ese día en Castellón, y yo, llevamos poco tiempo viviendo en esta casa y desconocemos muchas cosas, como dónde se encuentra la general del agua. Llamé al dueño del local de abajo, que hace de presidente de la comunidad de vecinos, me dice donde puedo encontrar la llave general y voy, presto, a cerrarla.

Cuando acabo de colocar cubos y toallas para que no se moje más el suelo de mi piso alquilado, subo a ayudar a la anciana. La pobre me dice «vaya día llevo hoy» y yo pienso «como le cuente el mío»… y continúa, «hace dos meses que murió mi marido, mis sentimientos se desbordan. Nunca nos había pasado algo así”…

Silencié mi mente, cerré mi boca, pedí permiso para poder darle un abrazo y haciendo gala de comprensión, empatía y colaboración me dispuse a secar el suelo de su casa, y de paso, sus lágrimas.

Tremendo. El universo ha unido a dos personas que por situaciones diferentes se sienten desbordados, y me ha dado una buena lección. ¿Tengo motivos para sentirme desbordado? Ahora me toca meditación, reiki y  tirar del hilo. ¿Para qué a mí? ¿Para qué ahora?

Al día siguiente subí unas garrafas de agua por si la necesitaba para asearse o cocinar y me ofrecí para subir una vez a la semana para leer algún libro juntos, o sencillamente a tomar un café.

Yo no soy bueno para la administración, yo soy útil para darme a los demás. Necesitaré más tiempo para conseguir el certificado pero no soy un inútil. Lo conseguiremos.

Aprendo de cada experiencia, no me volveré a desbordar, y menos por una fuente de luz que une almas.

Observando la vida solo puedo sentir gratitud y amor.

Escribí esto en su momento porque para mí resultó ser una gran lección de humildad y lo comparto ahora porque justo hoy me he encontrado este documento en una carpeta perdida en el archivo de mi ordenador portátil.

En su día no lo compartí, no sé porqué, imagino que entonces me sentía desbordado.

 

La vida me desborda

Editorial julio 2024 Susurros de luz

Comparto el Editorial que escribo para Susurros de luz:

Una de las cosas que me han quedado grabadas en la memoria del tiempo que viví en Nueva York, estoy hablando de los años 1993, 1994, es la costumbre que tenían mis amigos, o conocidos, de preguntar ¿Qué eres y qué haces para vivir? En su momento me llamó la atención.

En EEUU hay muchos músicos, escritores, actores y actrices que son artistas pero para vivir tienen que trabajar de camareros, en supermercados, de mensajeros… Las profesiones liberales te obligan a tener que buscarte la vida haciendo diferentes trabajos para poder subsistir hasta que llega tu momento. Lo bueno de este tipo de vida es que te enfrentas a tal variedad de experiencias de las que puedes sacar provecho, que al final es de agradecer poder tener esa mente libre y abierta que te hace, sino crecer, al menos no quedarte estancado en el mundo de «mi única realidad es la perspectiva desde donde observo».

Sigue leyendo en la propia página de la asociación;

Editorial de julio 2024

Disfrutamos de la cultura. Editorial Susurros de luz

Comparto el Editorial de Junio 2024 que publuco en Revista Susurros de luz

Disfrutamos de la cultura

Somos cultura, hacemos cultura, la cultura nos forma, nos hace.

Es tan importante sentir como compartir aquello que sentimos.

En el mundo de las artes, hay escritores que escriben poesías que nunca verán la luz más allá de la bombilla de una habitación. Hay escritoras que transcriben sus sentimientos en diarios llenos de pasión o dolor que se guardan para ellas mismas, que jamás prestarán para que no lo lean ni las propias madres que las parieron.

¿Eso no es literatura? ¿Las cartas o los diarios encontrados por familiares tras la muerte de aquellos que las escribieron se convierten en arte en cuanto hay una editorial que las publican o ya eran arte antes de ser encontradas? Lo mismo ocurre con el mundo de la fotografía. Se encuentran unos negativos en la basura, se recogen y se comprueba que son obras maestras realizadas por una niñera, fotos que captan instantes de varias épocas.

Sigue leyendo en la web de Susurros de luz 

Editorial junio 2024: Disfrutamos de la cultura

 

Artículo compartido en Susurros de luz

Por eso repartimos alimentos, nos alimenta el alma.

Una mañana de voluntariado más, no es de las más frías pero se nota estar varias horas de pie esperando a repartir todo lo que llevamos a la puerta de la Casa de Baños en la glorieta de Embajadores. Siempre comentamos lo que se debe sentir dormir al raso toda la noche si por unas horas acabamos helados…

Una mañana más de voluntariado repartiendo calor humano, sintiendo el afecto y la gratitud de los que reciben nuestra ayuda. Hoy hemos dado kits de aseo y hemos pagado las duchas de unas 90 personas. También hemos repartido ropa donada por Mila y Graciela, zumos energéticos, galletas de chocolate, plátanos y yogures, cafés e infusiones donado todo por la Fundación Banco de Alimentos de Madrid. Gracias a ello y a las aportaciones que nos hacen amigos, cooperantes y voluntarios, podemos hacer nuestra labor. Una labor voluntaria a la que nadie nos obliga.

Cuando se nos pregunta por qué lo hacemos siempre respondemos que es una terapia, hasta las mejores psiquiatras como Marián Rojas Estapé la recomiendan para que encontremos nuestro Ikigai, maravillosa palabra japonesa que viene a decir “un sentido a nuestra vida”, o lo que es lo mismo: nuestro lugar en el mundo.

A mí me gusta servir, lo llevo en mi apellido, Escudero. Y me gusta hacer que las cosas bellas sucedan. Por eso, cuando estamos sirviendo Estela, Javier, Desam, Mila o yo, semana tras semana en el mismo lugar, se nos ve y eso nos hace ser estímulos positivos para muchas personas.

Nosotros no “atendemos” al que creemos necesitado sino a los que creemos que tenemos la vida fácil. Ofrecemos al prójimo la opción de encontrar el preciado Ikigai.

Una mañana de voluntariado como la de hoy hemos recibido la atención de una mujer que pasa todas las semanas y se conmueve a vernos. Hoy se acercó a Desam y nos donó cinco euros, con una lágrima corriendo mejilla abajo, porque le gusta lo que hacemos. Quizás tiene ganas de dar más pero su economía no se lo permite. 5 euros es mucho cuando se entrega con tanto amor.

Una mañana de voluntariado como la de hoy, en la que los astros se alinean para que sintamos muchas más emociones, pasa un joven pidiendo un café. Estela o Mila, da igual quien porque todos somos uno, sin preguntar dónde duerme, le sirve un café. El joven no quiere nada más. Se lo toma a un lado de la glorieta mientras observa el trabajo de las voluntarias. Se acerca de nuevo y nos dice que él tiene trabajo, que no necesita nuestra solidaridad y se va al supermercado que hay al otro lado de la calle y nos trae varias bolsas llenas de donuts. Se los da a Desam quien muy hábilmente le dice que se ponga a repartirlos él. Maravilloso ser que además nos hace de traductor con personas del norte de África. Nos cuenta que no entiende como compatriotas suyos acaban robando, que él vino hace años, estudió y trabaja mucho. Entre unas cosas y otras, mientras charla reparte los bollos y los compatriotas le dicen que mejor les de “chocolate” no bollos. Nuestro amigo nos dice que esa actitud le molesta porque “no todos los musulmanes venden hachis y por ellos tenemos mala imagen”.

Una mañana de voluntariado como la de hoy, da sentido a nuestra labor y a nuestras vidas. No hace falta escucharlo en conferencias de prestigiosas doctoras, lo mejor es vivirlo pues ese es nuestro IKIGAI, hacer que las cosas bellas sucedan, por eso lo contamos con humildad, amor y gratitud.

 

El amor que sentimos es tan grande que no hay palabras que representen nuestro gozo.

Gracias por hacerlo posible.

Gracias

Gracias

Gracias

Reseña para Susurros de luz

504 páginas de experiencias, de vivencias, de casos reales de un cura de los que hablan de la teología de la liberación y además la llevan a la práctica.

Francisco Javier Sánchez González es de esos curas de los que se ha de hablar, es de esas personas a las que se ha de escuchar porque su propia vida es un ejemplo para muchos y además lo que cuenta son estímulos positivos, motivos para volver a tener fe en el ser humano, si es que se ha perdido esa fe, o incrementarla, si todavía la mantienes.

Y ya que hablamos de fe en el ser humano, ¿qué pasa si hablamos de Dios? ¿Es un tabú? Si te hace bien creer en que Dios existe, perfecto, si te hace ser mejor persona creer que no, adelante. Cada ser es libre de creer lo que quiera.

No recuerdo bien dónde escuché lo siguiente: Preguntan a un gran maestro espiritual de la India si creía en Dios. Todos quedaron asombrados cuando respondió un No rotundo. El maestro continúo diciendo: “No creo, estoy seguro de que existe”.

Leyendo «Bienaventuranzas desde la cárcel» tienes la certeza de que hay algo tan grande más allá de nuestro intelecto que no podemos concebir, que se te eriza la piel, brotan lágrimas en los ojos y silencias tu mente con un suspiro.

Cuando haces voluntariado en la cárcel, o cuando tienes la posibilidad de hablar con ex-presidiarios, te das cuenta de que todos tienen, tenemos, una historia detrás y que debemos de dejar los prejuicios a un lado para poder mirar a los ojos a aquellos a los que tenemos en frente, y en algunos casos admirar la vida más allá de los hechos que les han llevado a estar, o haber estado, entre rejas.

Todos tenemos una historia que contar y si queremos aprender, hemos de escuchar, de leer en este caso, todo lo que Francisco Javier nos cuenta en sus Bienaventuranzas desde la cárcel.

Durante la presentación del libro a la que pudimos asistir, uno de los ex-convictos con los que Francisco Javier tuvo contacto en la cárcel de Navalcarnero nos dijo que lo que hizo que su vida cambiara es que nuestro querido cura creyó en él.

Ese es el Dios que me gusta ver, el que confía, el que demuestra que se puede cambiar, el que llora cuando ve que las cosas se ponen difíciles pero sigue confiando en el ser humano. Y si lo hace Dios, ¿Por qué no lo vamos a hacer nosotros? Al fin y al cabo Dios nos hizo a su imagen y semejanza al igual que nosotros creamos a nuestros dioses a nuestra imagen y semejanza. Yo soy amor, Dios es amor y eso es lo que me motiva a hacer, a ser y a vivir.

Por eso observo el ejemplo de nuestro querido Francisco Javier y quiero difundirlo.

Gracias por ser el ejemplo que ahora necesitamos.

 

 

Bienaventuranzas desde la cárcel de Francisco Javier Sánchez González