Imaginaros el tráfico a lo largo de un día en una gran ciudad como Madrid:
Un ciclista se cruza mal a un joven montado en patinete.
Un joven montado en patinete se cruza mal a un peatón.
Un peatón se cruza mal a un coche particular.
Un coche particular se cruza mal a un VTC.
Un VTC se cruza mal a un Taxi.
Un taxi se cruza mal a un autobús.
Un Autobús se cruza mal a un VTC.
El conductor del VTC, o del Taxi, pasea en bicicleta y para vengarse se cruza mal ante un autobús haciendo que pegue un frenazo brusco.
El conductor del coche monta en patinete y va despacio para generar conflictos de tráfico.
El conductor de autobús se venga con otros ciclistas.
Los peatones observan las maniobras de los coches particulares, de los VTC, los taxistas, los conductores de autobús. Y se vengan tratando mal a cada conductor de autobuses con los que viajan.
Los viajeros, los peatones, los habitantes de una disparata ciudad que vive con prisas, acaban siendo los objetivos indirectos de todo tipo de conductores.
Los agentes de movilidad, policía local y fuerzas de seguridad intentan poner orden aplicando la ley y son odiados por los que la incumplen.
Todo el mundo acaba siendo objeto de odio, odian y son odiados.
¿A qué no gusta sentir tanto odio ?
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